La voz del pueblo es con
frecuencia la voz de los necios, criminales, dementes y de los vientres
insatisfechos. Se creerán las más monstruosas mentiras si son dichas por su
político favorito más servil. Difamarán a los mejores, si se les ordena; se
amotinarán y cometerán crímenes al por mayor por mandato de cualquier bribón
que afirme quererlos y desear servirlos de todo corazón. La plebe ni odia ni
ama a Cicerón por sí mismo. Lo odian porque Clodio les ha ordenado qué lo
odien. ¡Así es la democracia!.
Suena fuerte, pero es terriblemente cierto.
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