Lástima que no sepa la fecha
exacta de tu regreso ni si el Senado revocará a última hora la comita; pero
anticipándome a la posibilidad de que seas llamado a tu patria, he puesto mi
casa a tu disposición con todo lo que contiene y sus esclavos, habiendo
invitado a tu familia a residir en ella contigo. Mientras tanto debo ir a
Atenas y otros lugares de Grecia, en persecución de mis poco considerados e
irresponsables autores, que en cuanto tienen en las manos unos puñados de
sestercios, se marchan de Roma hacia otros sitios, particularmente aquellos en
donde se pagan pocos impuestos, para estar en comunión, como ellos dicen, con
las Musas y dar nuevos alientos a sus almas perezosas. ¿Acaso les importa que
haya anunciado la aparición de un nuevo libro suyo, empleado más escribas o
hecho pagos por adelantado a cuenta de sus derechos de autor, que ellos se han
apresurado a gastar antes de ganárselos? ¡No! Siguen poniendo cara agria, toman
los sestercios, se van por ahí con prostitutas y no dejan de frecuentar las
tabernas. No tienen sentido de responsabilidad. Te abrazo, mi querido Marco,
pero no dejo de recordarte que tú también me debes otro volumen.
No hay comentarios:
Publicar un comentario