Muchos prodigios anunciaron su muerte. En Olimpia, la estatua de Júpiter, que había mandado a quitar y trasladar a Roma, lanzó tal carcajada cuando la tocaron, que cayeron las máquinas, y los obreros huyeron a la carrera. En seguida se presentó un tal Casio, que dijo haber recibido en sueños orden de sacrificar un toro a Júpiter.
( Suetonio en "Vida de Calígula" )
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