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domingo, 23 de octubre de 2016

LA PERDICIÓN DE SILANO


No había sospecha, por ligera que fuese, ni denuncia, por falsa, ante las cuales el temor no le indujese a precauciones excesivas y a la venganza. Un litigante, que había ido a saludarle, le dijo secretamente que había visto en sueños cómo le asesinaba un desconocido; pocos momentos después, al ver entrar a su adversario con un escrito, fingió reconocer en él al asesino que había visto en su sueño y lo mostró al emperador. Claudio mandó en el acto que le llevaran al suplicio como a un criminal. Se dice que también obraron así para perder a Apio Silano; Mesalina y Narciso, que habían urdido la trama, se repartieron los papeles. Narciso entró antes del amanecer, con aspecto agitado, en la cámara del emperador y le dijo que acababa de ver en sueños a Apio atentar contra su vida; Mesalina, fingiéndose sorprendida, dijo que también por su parte hacía muchas noches que soñaba lo mismo. Un momento después llegaba Apio, que la víspera había recibido orden terminante de presentarse a aquella hora, y Claudio, persuadido de que iba a realizar el sueño, le hizo detener y darle muerte en el acto. A la mañana siguiente hizo al Senado una relación de todo lo ocurrido y dio gracias a su liberto porque, incluso durmiendo, velaba por su vida.


( Suetonio)






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