Páginas

Páginas

domingo, 31 de julio de 2016

CÉSAR JUSTIFICA LA NECESIDAD DE UNA GUERRA CIVIL (AÑO -49)



¡ Conocidas estas cosas, Cesar arenga a sus soldados: pasa revista a las ofensas contra el de sus enemigos desde tiempo inmemorial, por los cuales se queja de que haya sido descarriado y corrompido Pompeyo, por envidia y emulación de su gloria; cuyo honor y dignidad siempre el secundo y de los que fue baluarte; lamenta que se haya dado pie en la República a un nuevo procedimiento, que se censurara y reprimiera con las armas el veto tribunicio que se había restablecido en anos anteriores. Que Sila, privado el poder tribunicio de todas sus prerrogativas, había respetado, sin embargo, su libre capacidad de veto; que Pompeyo, que parecía haber restablecido el rango tribunicio perdido, le había arrebatado incluso las atribuciones que antes tenia; que cuantas veces se había decretado "Cuiden los magistrados de que la ciudad no sufra daño alguno” (llamada y senadoconsulto con los que es convocado a las armas el pueblo romano), se había hecho con ocasión de leyes muy perniciosas, contra la violencia de los tribunos, con motivo de secesiones populares, la ocupación enemiga de los templos y de los lugares estratégicos (y estos ejemplos de años pasados, hace ver que fueron motivo de castigo con los descalabros de Saturnino y de los Gracos); nada de lo cual había sucedido en este momento, ni aun se había tramado; no se había promulgado ley alguna, ni se había entrado en negociaciones con el pueblo, ni había tenido lugar ninguna secesión. Los exhorta a que defiendan de sus enemigos la buena fama y la dignidad de aquel general a cuyas ordenes durante nueve años habían servido, con éxito, a la República, habían conseguido innumerables victorias y habían pacificado toda la Galia y la Germania. Vitorean los soldados de la legión XIII, que estaban presentes (pues al comienzo del desorden la había hecho venir, las restantes no habían llegado aun); que ellos estaban dispuestos a vengar las ofensas a su general y a los tribunos de la plebe.



( César en "Comentarios a la guerra civil")






OPINIÓN DE CICERÓN SOBRE EL TRIBUNADO DE LA PLEBE


 

Distingues muy claramente los defectos del tribunado, Quinto, pero es injusto que en un proceso de acusación se haga la enumeración de los males y antología de los defectos, pasando por alto, en cambio, sus cosas buenas... Yo estoy de acuerdo en que es verdad que hay algo malo en la potestad tribunicia en si misma, pero sin ese mal no tendríamos el bien que se ha querido obtener con ella.


"La potestad de los tribunos de la plebe es excesiva,” .Y quien lo niega?. !Pero la violencia del pueblo es mucho mas cruel e irreflexiva!. Cuando tiene un líder es mas moderado en ocasiones que si no tuviera ninguno. En efecto, un líder piensa que avanza a costa de su propio riesgo; el ímpetu popular, en cambio, no tiene conciencia de su propio riesgo... Pues ¿hay algún colegio tan desesperado para que ninguno de sus diez miembros tenga la mente sana?


Pero si fue un tribuno no solo relegado, sino incluso desposeído de su potestad, quien provoco la caída del propio Tiberio Graco, Pues ¿que otra cosa lo hizo caer sino el haber despojado de la potestad al colega que le oponía el veto? Pero tu observa la sagacidad de nuestros mayores en este asunto: una vez que los senadores concedieron esa potestad a la plebe, las armas cayeron a tierra, la revolución se extinguió y se encontró la formula de compromiso, gracias a la cual los mas humildes creyeron que se equiparaban a los nobles; y en esto solo se baso la salvación de la ciudad.



(Cicerón en  "Sobre las leyes")


CONSECUENCIAS DE LOS ACONTECIMIENTOS DEL AÑO 88 A. C.


 

De esta forma las sediciones, nacidas de la discordia y rivalidad, vinieron a parar en asesinatos, y de asesinatos, en guerras cabales, y ahora, por primera vez, un ejercito de ciudadanos invadió la patria como si fuera tierra enemiga. A partir de entonces, las sediciones no dejaron de ser decididas ya por medio de ejércitos y se produjeron continuas invasiones de Roma y batallas bajo sus muros, y cuantas otras circunstancias acompañan a las guerras; pues para aquellos que utilizaban la violencia no existía ya freno alguno por un sentimiento de respeto hacia las leyes, las instituciones o, al menos, la patria.


(Apiano en  "Guerras civiles")











DEFINICIÓN DE LOS OPTIMATES POR CICERÓN


 

 (...)  Hubo siempre en esta ciudad dos clases de hombres entre quienes aspiraron a ocuparse de la política y a actuar en ella de manera distinguida... Los que pretendían que sus acciones y palabras fueran gratas a la multitud, eran considerados populares; optimates, en cambio, los que se conducían de tal forma que sus decisiones recibían la aprobación de los mejores.


(...)  Quienes son, pues, esos mejores? Si preguntas por su numero, infinitos (pues de otra forma no podríamos subsistir); son los primeros a la hora de adoptar decisiones publicas, los que secundan el modo de pensar de estos, los hombres de las clases superiores, los que tienen acceso a la curia, romanos que residen en los municipios y en el campo; son hombres de negocios e incluso libertos... pertenecen a los “optimates” todos los que no son criminales ni malvados por naturaleza ni desenfrenados ni están acuciados por dificultades económicas.


 (...)  ¿Cual es, entonces, la meta a la que deberían mirar y orientar su ruta estos pilotos de la nave del Estado? Aquello que es lo mejor y mas deseable para todos los hombres sanos, honestos y felices: una vida apacible con honor [cum dignitate otium]. Todos los que desean esto son considerados optimates; quienes lo consiguen, hombres ilustres y protectores del Estado,.. A su vez, los fundamentos de una honorable tranquilidad, los aspectos que los lideres deben proteger y defender, incluso con peligro de sus vidas, son los siguientes: la religión, los auspicios, los poderes de los magistrados, la autoridad del senado, las leyes, las costumbres de nuestros antepasados, los tribunales, la jurisdicción, la fidelidad a la palabra dada, las provincias, los aliados, el prestigio del imperio, el ejercito y el tesoro publico.


( Cicerón,  en "En defensa de P. Sestio" )


DISCURSO DE CAYO MARIO ANTE EL PUEBLO AL ASUMIR SU CARGO DE CÓNSUL (AÑO 107 A. C.)


No me pasa inadvertida la gran responsabilidad que asumo con esta honrosa designación vuestra... otros, si cometen una falta, siempre tienen en su defensa su antigua nobleza, las acciones heroicas de sus antepasados, los recursos de parientes y allegados y su numerosa clientela; en cambio, en mi caso, mis esperanzas solo están en mi mismo y debo salvaguardarlas con mi valor y mi honradez a toda prueba pues los demás recursos son muy débiles. Además soy consciente, quirites, de que todas las miradas se han vuelto hacia mi y que todos los hombres justos y honestos están de mi parte -puesto que mis servicios redundan en bien de la república- mientras que la nobleza [nobilitas] busca la ocasión de arremeter contra mi...


Me habéis mandado dirigir la guerra contra Yugurta, cosa que la nobleza ha llevado muy a mal. Pensad detenidamente, os lo ruego, si seria mejor anular vuestra decisión y ver si enviáis a esta empresa o a otra de la misma gravedad a alguien de ese bloque cerrado que es la nobleza, un hombre de rancia prosapia y muchas imágenes pero que nunca haya estado en la milicia; por supuesto, para que ignorante de todo en una situación tan comprometida se eche a temblar, se precipite y acabe recurriendo a alguien de la plebe que le guíe en su cometido,..


 Comparadme ahora a mi, quirites, que soy un hombre nuevo [homo noras], con la arrogancia de aquellos. Las cosas que ellos suelen leer u oír, parte las he visto, y otras las he realizado yo mismo; lo que ellos han aprendido en los libros yo lo he aprendido en el campo de batalla. Ahora juzgad vosotros si tienen mayor valor los hechos o las palabras. Ellos desprecian mi origen humilde, yo su cobardía.


 A mi se me echa en cara mi condición, a ellos su desvergüenza. Por lo demás, yo creo que la naturaleza es una y común a todos y que es mas noble el que demuestra mas valor... Cuando hablan (los nobles) ante vosotros o en el senado, dedican la mayor parte de su discurso a elogiar a sus antepasados; creen que al recordar sus heroicas acciones se hacen ellos mas ilustres. Y es al contrario, Pues cuanto mas preclara fue la vida de aquellos, tanto mas ignominiosa es la desidia de estos. Y efectivamente lo que ocurre es que la gloria de los antepasados es como una luz para sus descendientes y no permite que pasen desapercibidos ni sus virtudes ni sus vicios.


Yo, quirites, confieso mi carencia a este respecto, pero puedo permitirme, y esto es mucho mas valioso, hablar de mis propias hazañas. Ved, ahora, cuan injustos son; lo que ellos se atribuyen apropiándose de méritos ajenos no me lo conceden a mi que lo he ganado por los propios, simplemente porque no tengo imágenes de antepasados y porque mi nobleza es reciente cuando sin lugar a dudas es mejor haberla conquistado uno mismo que haber echado a perder lo que se ha recibido.


( Salustio en  "La guerra de Yugurta") 



LA REFORMA AGRARIA DE TIBERIO GRACO (AÑO 133 A. C.)


 (...)  Los romanos, a medida que sometían con la guerra a las distintas regiones de Italia, se apoderaban de una parte de su territorio... Los ricos, acaparando la mayor parte de esta tierra no distribuida, aumentaron con el tiempo su confianza en que ya no se verían desposeídos de ella y comprando en parte por métodos persuasivos, en parte apoderándose por la fuerza de las propiedades vecinas de ellos y de todas las demás pequeñas pertenecientes a campesinos humildes, cultivaban grandes extensiones de tierra en vez de parcelas pequeñas y empleaban en ellas esclavos como agricultores y pastores en previsión de que los trabajadores libres fueran transferidos de la agricultura a la milicia... Los ricos se enriquecían al máximo y los esclavos aumentaban muchísimo por la campiña; en tanto que la escasez y la falta de población afligían a los pueblos itálicos, diezmados por la pobreza, los tributos y la milicia.



(...)  Hasta que Tiberio Sempronio Graco... pronuncio un discurso solemne, mientras era tribuno de la plebe, con relación a la raza itálica en tono de reproche porque un pueblo muy valiente en la guerra y unido por vínculos de sangre se estaba agostando poco a poco debido a la indigencia y a la falta de población sin tener siquiera la esperanza de un remedio. Mostró su descontento con la horda de esclavos por estimarla inútil para la milicia y jamás digna de fiar para sus dueños, y adujo el reciente descalabro sufrido en Sicilia por estos a manos de sus esclavos... Después de haber dicho estas cosas, renovó la ley de que nadie poseyera mas de quinientas yugadas...


(...)  La filosofía que animaba la decisión de Graco perseguía no la prosperidad económica, sino el aumento de población,., Cuando llego el momento de la votación... pregunto si no era justo distribuir la propiedad común entre el común; si no era en todo momento mas digno de estima un ciudadano que un esclavo; si no era mas útil un soldado que uno que no tomaba parte en la guerra y mejor dispuesto hacia los asuntos públicos el que participara de ellos... paso de nuevo a exponer sus esperanzas y temores sobre la patria diciendo que poseían la mayor parte del territorio por la violencia, gracias a la guerra, y que tenían esperanzas de conquistar el resto del mundo conocido... Graco.,. ordeno al escriba que diera lectura a la proposición de ley.


(...)  Sin embargo, Marco Octavio, otro tribuno de la plebe, que había sido instigado por los que poseían tierras a interponer su veto -y puesto que siempre entre los romanos el que intercede tiene mas autoridad-, ordeno callar al escriba. Entonces Graco... dijo que sometería a votación en la próxima asamblea lo relativo a la ley y al tribunado de Octavio, por si debía retener su cargo un tribuno que actuaba contra los intereses del pueblo; y así lo hizo. Ύ, en efecto, una vez que Octavio, sin temor alguno, interpuso su veto una vez mas, propuso en primer lugar la votación sobre el.,. Octavio se convirtió de inmediato en un ciudadano privado y se marcho de la asamblea sin ser visto.


 (...)  En su lugar fue elegido Quinto Mumio como tribuno de la plebe, y la ley agraria entro en vigor. Los primeros elegidos para llevar a cabo el reparto de tierra fueron el propio Graco, que era el ponente de la ley; su hermano homónimo y su suegro Apio Claudio...


( Apiano, en "Guerras civiles") 



ACCIÓN DE CNEO POMPEYO MAGNO EN EL ORIENTE

El Oriente amenazaba a Roma: los bárbaros tracios se infiltraban en Macedonia; en las fronteras de Bitinia, Mitrídates se agitaba nuevamente con ayuda de su yerno, el rey de Armenia; por último los piratas instalados en la costa sur del Asia Menor interceptaban los navíos cargados de trigo de Egipto para el aprovisionamiento de la capital. Pompeyo, un general ambicioso, era el más indicado para hacer frente a ese triple peligro, pero reclamaba el alto mando de la marina y de las tropas de tierra hasta 70 kms. al interior de la costa. Al fin tuvieron que ceder a sus exigencias y Pompeyo partió con 500 navíos y con 20 legiones bajo su mando.
 En menos de tres meses Pompeyo acabó con las correrías de los piratas y destruyó sus ciudades de refugio; reorganizó luego esa región de la cual hizo la provincia de Cilicia (67). Luego venció a Mitrídates y transformó su reino en provincia romana del Ponto. El imperio seléucida en decadencia era una presa fácil para los partos; si lograban adueñarse del corredor sirio-palestino, esos enemigos tradicionales de Roma tendrían una puerta abierta al Mediterráneo y cortarían la ruta terrestre que unía el Egipto con las provincias romanas de Asia Menor.


Pompeyo, pues, se dirigió a Siria y la convirtió en una provincia romana. Prosiguió luego su camino a Jerusalén: Antipater, Hircano II y Aretas de Nabatea por un lado, y Aristóbulo por otro, llegaron a pedirle su arbitraje. Como Pompeyo tardase en pronunciarse, Aristóbulo se le adelantó y se apoderó de Jerusalén, en donde se encerró. Inmediatamente Pompeyo ordenó a Aretas que regresara a su Nabatea, luego marchó a Jerusalén donde estaban atrincherados Aristóbulo y sus hombres. Al cabo de tres meses de sitio se apoderó de la ciudad; eso fue una carnicería. Pompeyo se paseó por el templo como un turista y hasta se permitió entrar en el Santo de los Santos. Al igual que, en los días de Nabucodonosor, la destrucción del santuario había sido vista como el castigo por las infidelidades de Israel, esta vez también los hombres piadosos de Jerusalén pensaron en un castigo divino que sancionaba el comportamiento escandaloso de los sumos sacerdotes asmoneos.


Pompeyo reorganizó la región: confirmó a Hircano en su cargo de sumo sacerdote, pero limitó su autoridad a Judea, Galilea, y Perea en la Transjordania. Le quitó las ciudades de la llanura costera que fueron puestas en adelante bajo la autoridad directa del poder provincial, le concedió la autonomía jurídica a Samaria , y reunió en una misma confederación a las ciudades de Abila, Kanata, Hipos, Gadara, Dión, Pella, Amatonte, Gerasa, Filadelfia y Escitópolis (la única situada en Cisjordania): esa confederación de diez ciudades libres tomó el nombre de Decápolis (Mc 5,20). Pompeyo regresó a Roma el año 61, precedido por Aristóbulo y sus dos hijos a los que había enviado como rehenes.



Cuatro años más tarde, Gabinio, procurador de Siria, dividió los territorios confiados a Hircano en cinco distritos que puso bajo la autoridad directa de la provincia. Seforis fue entonces erigida como la ciudad principal del distrito de Galilea.



GUERRA SOCIAL (GUERRA DE LOS ALIADOS 91-89 A. C. )


La Guerra Social (91 a. C.-88 a. C.), también conocida como Guerra Mársica y más correctamente Guerra de los aliados, fue un conflicto armado entre la República romana y sus aliados italianos, que deseaban que se les concediera la ciudadanía romana.

Durante el tiempo en el que Cayo Mario se ausentó de Roma (99 a. C.-90 a. C.), hubo una serie de años de paz relativa, en los que el senado parecía controlar el poder. Sin embargo, en el año 95 a. C. se publicó la Ley Licinia Mucia dirigida contra los aliados que hubieran adquirido fraudulentamente la ciudadanía romana, lo que provocó un fuerte malestar entre ellos.
 
En el año 92 a. C. fue elegido tribuno de la plebe Marco Livio Druso, que preparó una serie de medidas demagógicas que llevaron al enfrentamiento, como una nueva ley frumentaria y una devaluación del sestercio de plata. También estableció un acuerdo secreto con los aliados, prometiéndoles el derecho de ciudadanía a cambio de que corrieran con los gastos de una nueva distribución de tierras. Desaprobado oficialmente por el Senado romano, fue asesinado en su casa, lo que desencadenó la guerra.

Intervienieron picenos, lucanos, marsos, samnitas y apulios, a los que se unen etruscos y umbros, declarándose independientes en una república llamada Italia, con capital en Corfinium, a la que renombrarían Itálica, al este de Roma, con un senado y facultad de acuñación de moneda. Al principio se suceden las derrotas romanas, hasta que en 90 a. C., el Senado da el mando del ejército a Sila, pero Mario se reincorporó a la política y se hizo con el mando efectivo.
 
PRINCIPALES ACONTECIMIENTOS

Año 90 a. C.

El cónsul romano Cneo Pompeyo Estrabón asedia con éxito Asculum.
Publio Rutilio Lupo es derrotado y muerto en el Valle de Toleno.
Mario es capaz de recuperarse de estas derrotas y consigue el mando único.
Asediada Aesernia, fortaleza clave para controlar la comunicación entre el norte y el sur, se ve obligada a rendirse.
Cayo Papio Mutilo toma varias ciudades de Campania y las mantiene en su poder hasta ser derrotado por el cónsul Lucio Julio César.
Otras incursiones de los rebeldes resultan victoriosos en Apulia y Lucania.
A pesar de estas derrotas parciales, los romanos aguantan y logran evitar la derrota total. En el 89 a. C. los dos cónsules marchan al frente norte, mientras que Sila toma el mando único del frente sur.
 
AÑO 89 A. C.

Lucio Porcio Catón (uno de los dos cónsules) es derrotado y muerto.
Estrabón (el otro cónsul) con mando único tiene una participación decisiva, derrotando a un ejército itálico de 60 000 hombres, en el norte de Italia, en la batalla de Asculum.
Lucio Cornelio Sila pasa a la ofensiva y derrota al ejército samnita.
Roma recupera algunas de las grandes ciudades de Campania.
 
AÑO 88 A. C.

La guerra prácticamente se termina, con la excepción de los samnitas (los viejos rivales de Roma) que todavía resisten. Es probable que la guerra hubiera continuado mucho más tiempo si Roma no hubiese hecho, además, concesiones a sus aliados.
 
CONCESIONES ROMANAS A LOS ALIADOS

Finalmente, la guerra termina cuando Sila aniquila a las bandas samnitas de Aesernia. Los aliados, aún siendo derrotados habían conseguido su objetivo, ya que, en el transcurso de esos años se decretaron tres leyes que terminarían dando la ciudadanía romana a los itálicos:

Ley Julia, del año 90 a. C., Roma otorgaba la ciudadanía romana a las ciudades itálicas que habían permanecido fieles y lo solicitasen, autorizando a los generales a concederla a los soldados no romanos que lo mereciesen.
Ley Plautia Papiria, del año 89 a. C., Roma concedía la ciudadanía a cualquier itálico, incluso sublevado, que se hiciese inscribir en los registros del pretorio en un plazo de dos meses.

Ley Pompeya, del año 89 a. C., que otorgaba el derecho latino a las ciudades de la Galia Cisalpina que aún no lo poseían. Benefició, sobre todo, a las ciudades situadas al norte del río Po.






LOS NOMBRES ROMANOS


 
La mayoría de los ciudadanos romanos poseía tres nombres: en primer lugar, un praenomen, elegido habitualmente entre una cantidad limitada de nombres propios tradicionales, que a menudo se abreviaban en los documentos escritos.


 A continuación, el nomen, nombre de su familia o clan, casi siempre caracterizado por su terminación en -ius; y finalmente, para distinguir divisiones o grandes clanes y familias ( gentes), el cognomen, a menudo un apodo en origen, por lo que muchos nombres derivan de peculiaridades físicas, como Crassus, "gordo, grande", Lepidus, "limpio, elegante", Rufus, "pelirrojo"...


 Unos pocos personajes de familia plebeya no tenían cognomen, como Marco Antonio, Mario o Livio, mientras algunos hombres tenían un nombre añadido, agnomen, para distinguir las ramas de una gran familia, como Escipión Nasica.


En la época del imperio tardío podemos encontrar personajes con cinco nombres o más. Se añadía, también un hombre extra para señalar la adopción, derivado del nomen original del adoptado, como Emiliano, Juliano o Octaviano.


Los libertos y los extranjeros tomaban los dos primeros nombres de la persona que los liberaba o emancipaba, y añadían como cognomen su nombre extranjero o de esclavitud.


A las mujeres se las dotaba con la forma femenina del nomen paterno, como Julia o Livia; pero como esta práctica conducía a una gran confusión, se añadían o se les sustituía con otros nombres, como las formas femeninas del cognomen de aquellos, del tipo Metela o Fausta, o por diminutivos del tipo Livia o Domitila. En la época imperial se añadía a menudo el nombre materno.



Los nombres propios más comunes se abreviaban de la siguiente manera: A. Aulus ( Aulo), C. Caius ( Cayo); Cn. Cnaeus ( Gneo), D. Decimus ( Décimo ), L. Lucius ( Lucio), M. Marcus ( Marco), M. Manius ( Manio), P. Publius ( Publio), Q. Quintus (Quinto), Ser. Servius (Servio), Sex. Sextus (Sexto), Sp. Spurius ( Espurio), T. Titus ( Tito), Ti. Tiberius ( Tiberio). Todos los demás nombres se escribían sin abreviar.