Zenón de Elea (fl.
siglo V a.C.), matemático y filósofo de la escuela eleática, conocido por sus
paradojas filosóficas. Zenón nació en Elea, al suroeste de Italia. Llegó a ser
el discípulo predilecto del filósofo griego Parménides y le acompañó a Atenas
cuando tenía 40 años.
En Atenas, Zenón enseñó filosofía durante algunos años,
concentrándose en el sistema eleático de metafísica. El estadista ateniense
Pericles y Calias estudiaron con él. Zenón regresó más tarde a Elea y, según
cuenta la tradición, se unió a una conspiración para librar a su ciudad nativa
del tirano Nearcco; la conspiración fracasó y Zenón fue torturado con dureza,
pero se negó a delatar a sus compañeros. No se conocen más circunstancias de su
vida.
Sólo pocos fragmentos de la obra de Zenón perduran, pero las
obras de Platón y Aristóteles se nutren de referencias textuales de los
escritos de Zenón. En el plano filosófico, Zenón aceptaba la creencia de
Parménides de que el universo, o el ser, es una sustancia indiferenciada,
simple, única, aunque pueda parecer diversificada para los sentidos. La
intención de Zenón fue desacreditar las sensaciones, lo que pretendió hacer a través
de una brillante serie de argumentos o paradojas, sobre el espacio y el tiempo
que han perdurado hasta nuestros días como mosaicos intelectuales complejos.
Una paradoja clásica afirma que un corredor no puede llegar a la meta porque,
para lograrlo, debe recorrer una distancia; pero no puede recorrer esa
distancia sin primero recorrer la mitad de ella, y así ad infinitum.
Porque existe un número infinito de bisecciones en una distancia espacial, uno
no puede recorrer una distancia en tiempo finito, a menos que acorte la
distancia o aumente la velocidad. Este argumento, como muchos otros de Zenón,
se proponía demostrar la imposibilidad lógica del movimiento. Dado que los
sentidos nos llevan a creer en la existencia del movimiento, los sentidos son
ilusorios y por lo tanto no existe ningún obstáculo para aceptar las
inverosímiles teorías de Parménides de otra forma. Zenón es reconocido no sólo
por sus paradojas, sino por establecer los debates filosóficos que favorecen la
discusión razonada. Por todo ello, Aristóteles le consideró el creador del
razonamiento dialéctico.
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