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domingo, 24 de mayo de 2015

SERVILIA CEPIONIS, LA OBSESIÓN SEXUAL DE CAYO JULIO CÉSAR



César se reunió con su arpía al atardecer en las habitaciones del Vicus Patricii. Ella tenía cuarenta y cinco años, aunque no los aparentaba. La voluptuosa figura de su amante no se había ensanchado, ni los maravillosos pechos se le habían caído; de hecho, tenía un aspecto magnífico.


Se esperaba un frenesí, pero Servilia le ofreció una languidez lenta y erótica que César encontró irresistible, una enredada telaraña de los sentidos que ella tejió formando dibujos tortuosos que lo redujeron a él a un éxtasis indefenso. Al principio de conocerla César había sido capaz de aguantar una erección durante horas sin sucumbir al orgasmo, pero Servilia, ahora él lo admitía, lo había vencido por fin. Cuanto más tiempo hacía que la conocía, menos capaz era de resistirse al hechizo sexual de ella. Lo cual significaba que la única defensa que tenía César era ocultarle esos hechos a ella. ¡Nunca le daría información vital a Servilia! Ella roería esa información hasta dejarla seca.


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