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sábado, 16 de mayo de 2015

SEPTIMIO SEVERO, EL EMPERADOR MILITAR





El regocijo de los senadores tras el asesinato de Cómodo (193), que se había ganado la enemistad de todos por su conducta, fue grande, pero duró poco.



Aquellos eligieron, para suceder al aborrecido emperador, a Pertinaz, senador él mismo y prefecto de la ciudad. Pero su sentido de la economía no tardó en disgustar a los pretorianos, particularmente opuestos a sus medidas de austeridad.



Los pretorianos acabaron con el infortunado senador, cuyo reinado no llegó a dura cien días, y el Imperio fue puesto a subasta, siéndole asignado a aquel que ofreciera la suma más alta a los soldados. 


Un tal Didio Juliano, que había ofrecido 6.250 dracmas por individuo, llegó así al poder. Pero su reinado fue tan breve como el de Pertinaz. Las legiones estimularon a sus generales a lanzarse sobre Roma.



El primero en llegar fue el jefe de las legiones de Panonia (Hungría): Lucio Septimio Severo Geta, más conocido con el nombre de Septimio Severo.



Este prometió 12.000 dracmas a sus soldados, pero licenció inmediatamente a los peligrosos pretorianos, sustituyéndoles por provincianos fieles.




Después, tuvo que deshacerse de sus rivales: Nigro, jefe de los ejércitos de Oriente, a quien derrotó en Asia Menor, tomando a continuación Bizancio (196), y Clodio Albino, que mandaba los ejércitos de Britania y a quien venció el año siguiente.



Una vez hecho esto, dio comienzo a un reinado restaurador. Con Septimio Severo, era de nuevo un provinciano el que alcanzaba el Imperio. En efecto, era originario de Africa, y aunque había hecho sus estudios en Atenas y en Roma, jamás pudo ocultar un cierto acento púnico.





Se mostraba muy orgulloso de su origen y uno de sus primeros actos consistió en restaurar la tumba de Aníbal. En las campañas militares se reveló como hábil estratega y combatiente intrépido, pero cruel con sus enemigos.




Culto, buen administrador, fue siempre esencialmente un militar que se apoyó en el ejército, mostrando una total desconfianza hacia el Senado romano, al que arrebató las prerrogativas judiciales y administrativas para cedérselas a los caballeros. Tres legiones fueron acantonadas permanentemente en Italia.


EL EMPERADOR SEPTIMIO SEVERO
 Y SU ESPOSA JULIA DOMNA, 
PASEANDO POR LAS CALLES DE ROMA
 CON SUS HIJOS CARACALLA Y GETA

La II Legión "pártica" protegía el Lacio; en la misma Roma el prefecto del pretorio mandaba 30.000 hombre bien pagados. Así comenzó el imperio militar.




La condena a muerte de una veintena de senadores acabó de aterrorizar a los patricios: El emperador confiscó numerosas posesiones de los aristócratas, convirtiéndose así en propietario de casi la mitad de la Península Itálica. El poder absoluto hizo su aparición en Roma.



El Senado era sólo un órgano ejecutivo, pasando la administración a manos de los militares. Doctos juristas, como Papiniano, Paulo y Ulpiano, encontraron fáciles argumentos para justificar este nuevo modo de gobernar a la manera oriental.




Septimio Severo contrajo matrimonio, en segundas nupcias, con Julia Domna, una siria hija de un sacerdote del Sol, de Emesa, lo que aumentó las influencias orientales en Italia.




El emperador se propuso ensanchar la provincia de Asia, lo que realizó combatiendo contra los partos; proclamado "Pártico Máximo", conquistó Ctesifonte y creó la provincia de Mesopotamia, pero no olvidó sus orígenes africanos e hizo construir numerosos monumentos en Leptis Magna.




En Roma, levantó un arco de triunfo en el Foro y un colosal palacio que alzaba sus siete órdenes de arcadas sobre el valle donde se encontraba el Circo Máximo.




Después de cinco años de inactividad, temiendo que sus ejércitos se corrompieran en el ocio, Septimio Severo partió hacia el norte de Britania, a Caledonia, para luchar contra los escoceses.



Murió en York, en el año 211, y antes de expirar dio a sus hijos un último consejo: "Enriqueced a los soldados y no os preocupéis de más".


JULIA DOMNA, ESPOSA DE SÉPTIMIO SEVERO
EL EMPERADOR SEPTIMIO SEVERO CON SU ESPOSA, 
Y SUS DOS HIJOS CARACALLA Y GETA



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