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domingo, 14 de diciembre de 2014

EPICTETO DICE SOBRE LA SED



La sed de un calenturiento es muy distinta de la de un hombre sano. Este, en cuanto ha bebido, está satisfecho por haber aplacado su deseo; pero aquel, tras un breve momento de bienestar, padece mareos, se le agria lo que ha bebido, tiene vómitos dolorosos y le vuelve la sed aún más abrasadora. Pues bien: otro tanto le ocurre al que posee riquezas, honores o una mujer hermosa con excesivo frenesí. La sed de este desdichado es la sed del calenturiento, de la que nacen los celos, los temores, las malas palabras, los deseos impuros y los actos obscenos. 




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