Pero
la invasión de César comenzó mal en varios aspectos. Él y su primera flota
tuvieron que desembarcar en Leptis Menor porque todos los puertos de mar al
norte de éste estaban muy fortificados por los republicanos y habría sido
absurdo intentar el desembarco.
Puesto que en Leptis Menor no había
instalaciones portuarias, las naves tuvieron que acercarse a una larga playa
donde se ordenó a las tropas saltar al agua y vadear hasta la orilla.
César
encabezó la marcha, naturalmente. Pero su legendaria suerte lo abandonó; saltó,
tropezó y cayó cuan largo era al agua. Un pésimo augurio. Todos los presentes
contemplaron el hecho con los ojos desorbitados, y sonaron muchas exclamaciones
ahogadas.
César
se levantó con la agilidad de un gato, alzó los puños y la arena mojada le
resbaló por los brazos. -¡África, te tengo en mi poder! -gritó, convirtiendo el
mal augurio en otro propicio.
Tampoco
había olvidado la vieja leyenda de que Roma no podía vencer en África sin un Escipión.
Los republicanos tenían a Metelo Escipión en la tienda de mando, pero el
segundo en el mando de César, de manera meramente nominal, era Escipión
Salvito, un descendiente de mala fama de la familia Cornelio Escipión a quien
él había sacado de un burdel romano. Una total insensatez, César lo sabía; Cayo
Mario había realizado conquistas en África sin un solo Escipión a la vista,
aunque Sila era un corneliano.
No
obstante nada de ello tenía gran importancia en comparación con el hecho de que
sus legiones seguían amotinándose.
La Novena y la Décima se habían sumado a la
Decimocuarta en un motín sofocado en Sicilia, pero que fue reavivado tras el
desembarco en África. César hizo formar a las legiones, azotó a unos cuantos
soldados y se concentró en los cinco hombres -incluido el tribuno no electo de
la milicia,
Cayo Avieno- que más perjuicios habían causado. Obligó a los cinco
a subir a bordo de un barco con todas sus pertenencias y los mandó de regreso a
Italia, deshonrados, expulsados del ejército y despojados de todo derecho a
recibir tierras y reparto de botín.
( C.
McC. )
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