Pirro
(c. 318-272 a.C.), rey de Epiro (307-302 a.C.;
297-272 a.C.). Accedió al trono siendo menor de edad, en el 307 a.C.,
aunque más tarde lo perdió y le fue restituido en el 297 a.C. Aumentó sus
territorios, añadiendo las zonas occidentales de los reinos vecinos de
Macedonia y Tesalia. También ayudó a derrocar al rey de Macedonia Demetrio I
Poliorcetes. Sin embargo, Pirro fue expulsado de sus nuevos territorios,
aproximadamente en el 286 a.C., por su antiguo aliado Lisímaco, rey de
Tracia, quien se convirtió en rey de toda Macedonia.
En el 281 a.C., el pueblo de Tarentum (la actual
Tarento), una colonia griega en el sur de Italia, en aquel momento en guerra
con los romanos, solicitó ayuda a Pirro. A principios del 280 a.C.
desembarcó en Tarentum al frente de 25.000 hombres y 20 elefantes, y ese mismo
año derrotó a los romanos en Heraclea, en la provincia romana de Lucania. En el
279 a.C. de nuevo derrotó a los romanos en la batalla de Ausculum, en la
provincia romana de Apulia. Sin embargo, ambas victorias supusieron graves
pérdidas en su ejército, de aquí la expresión ‘victoria pírrica’.
Pirro se dirigió a Sicilia para ayudar a los griegos
sicilianos en su lucha contra los cartagineses, pero despertó la mala voluntad
de los griegos con su actitud despótica. Regresó a Italia en el 276 a.C. y
al año siguiente fue derrotado por el cónsul romano Manio Curio Dentato en la
batalla de Benevento, por lo que hubo de volver a Epiro con sólo una tercera
parte de su ejército. En el 273 a.C., sin embargo, tras atacar y derrotar
a Antígono I Gonatas, tomó posesión de una gran zona de Macedonia. En menos de
un año, Pirro libró una guerra con Esparta en la que fracasó. Posteriormente
huyó a Argos, donde fue asesinado.
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