Porque, entre las ciudades actuales,
la nuestra ( Atenas ) es la única que, puesta a prueba, se muestra superior a
su fama, y la única que no suscita indignación en el enemigo que la ataca,
cuando éste considera las cualidades de quienes son causa de sus males, ni, en
sus súbditos, el reproche de ser gobernados por hombres indignos. Y dado que
mostramos nuestro poder con pruebas importantes, y sin que nos falten los
testigos, seremos admirados por nuestros contemporáneos y por las generaciones
futuras, y no tendremos necesidad ni de un Homero que nos haga el elogio ni de
ningún poeta que nos deleite de momento con sus versos, aunque la verdad de los
hechos destruya sus suposiciones sobre los mismos; nos bastará con haber
obligado a todo el mar y a toda la tierra a ser accesibles a nuestra audacia, y
con haber dejado por todas partes monumentos eternos en recuerdo de males y
bienes ( fracasos y éxitos).
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