(...) Es necesario arreglar la vida en las acciones y darse por satisfecho
si cada una tiene la perfección que le corresponde y es posible; en la
inteligencia de que ninguno puede impedirte el que tu acción reciba el grado de
bondad que le es tal para obrar con justicia, prudencia y juicio. Y ¿si se
opusiese alguna otra cosa a la facultad operativa?. Pero con la resignación en
el obstáculo y prudente adhesión a lo que se presentare, al instante se
sustituirá otra acción que es conforme al buen orden de la vida.
(...) La aplicación y esmero en cada acción en particular debe
corresponder al mérito y proporción de la misma.
(...) No sólo conviene cercenar las
acciones no necesarias, pero aún los pensamientos, porque de esa suerte no
serán superfluas las acciones que sobrevinieren.
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