Así iba armado un legionario romano: la parte superior del cuerpo se protegía con una coraza de metal; la babera del yelmo le preservaba de que las espadas enemigas le cortaran la cara y el cuello, y el gran escudo curvo le cubría de los ataques. Básicamente usaban lanzas, espadas (gladio) y dagas, como armamento individual básico.
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