Las
fuentes de información de César y su red de espías eran tan eficientes como
ineficientes eran las de Pompeyo, y su escuadra de mensajeros no se entretenía
visitando a tías ancianas, tabernas ni putas. Cuando Pompeyo y sus dos últimas
legiones se hicieron a la mar, César no pensó más en ellos. Primero se ocuparía
de Italia. Luego se ocuparía de Hispania. Sólo después de eso volvería a pensar
en Pompeyo y en su Gran Ejército de la República.
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