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martes, 29 de julio de 2014

OCTAVIO EN ITALIA



Inmediatamente después del reparto de Brindisi, Octavio se encontró con graves contratiempos en Occidente. Italia estaba nuevamente agitada y un hijo de Pompeyo, Sexto, que había escapado al desastre de Munda, se había apoderado de Córcega, de Sicilia y de Cerdeña, haciendo padecer hambre a Roma.


Octavio fue derrotado al principio (38-36 a. de J.C.), pero, luego, su lugarteniente Agripa triunfó sobre Sexto Pompeyo.

Considerando que el comportamiento de Lépido pareció equívoco durante el desarrollo del conflicto, Octavio le desposeyó del título de triunviro, dejándole únicamente el de pontífice máximo.




Por otra parte, Octavio reprimió el bandidaje, continuó las grandes obras iniciadas por César, distribuyó tierras a los soldados, y el pueblo lo aclamó con entusiasmo, mientras el Senado romano se inclinado ante el nuevo amo.


A Octavio no le quedaba más que deshacerse de Antonio para colmar sus ambiciones. Hábilmente lo presentó no como un rival personal, sino como un traidor de la causa romana. Unos propagandistas afirmaron que Cleopatra quería conquistar Italia, destruir el Capitolio y sustituir a Roma por Alejandría como primera ciudad del mundo.


En el año 32 a. de J.C., el Senado declaró la guerra a Egipto. Octavio reunió sus legiones; las fuerzas
de Antonio eran considerables: 19 legiones y 800 naves, además de los contingentes de los príncipes y de los reyezuelos de Asia.



El conflicto se hizo "mundial": Roma tenía que reconquistar Asia. Sin embargo, una parte de las tropas que Antonio tenía en Grecia se pasaron al bando de Octavio cuando Agripa hubo atravesado el mar Jónico.

Las fuerzas navales se encontraron a la altura del promontorio de Accio (31 a. de J.C.), y el combate tardó mucho tiempo en decidirse. Antonio había ordenado que, después de la victoria, la flota egipcia se retirase: Quería entrar solo en Roma, sin presentarse como el jefe de una coalición oriental.


Numerosos partidarios de la República se encontraban en sus filas, y él quería pasar por restaurador del régimen contra la dictadura de Octavio.


Cleopatra se vio traicionada de nuevo, olvidada, mientras Antonio triunfaba en Italia, por lo que, durante la batalla, ordenó a sus naves que se dirigieran hacia el sur.


Antonio, presa del pánico, partió en una galera en persecución de la reina, abandonando la flota y las tropas, de manera que Octavio se encontró vencedor sin sufrir grandes pérdidas. Enseguida se atrajo a sus adversarios de Grecia y de Asia y rodeó a Egipto, donde se encontraban Antonio y Cleopatra.



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