Incluso aunque no había lazos de sangre que te unieran a la casa real, aunque en modo alguno estabais relacionados, aun así tu belleza te haría merecedora de un reino. ¿Qué otro rostro podría ganar mejor un cetro?. ¿Qué aspecto adornaría mejor un palacio?. Tus labios más rojos que las rosas, más blanco que la escarcha tu cuello, las prímulas no son más amarillas que tu fino cabello, el fuego no más brillante que tus ojos. ¡Con qué delicada separación se encuentran tus delicadas cejas en tu frente!. ¡Qué adecuada la mezcla que te hace sonrojarte, tu belleza no sobrecargada con demasiado rojo!. Más rosados tus dedos que los de la Aurora, más firmes tus hombros que los de Diana; incluso tu madre no te supera. Si Baco, el amante de Ariadna, pudo transformar la guirnalda de su amante en una constelación, ¿cómo es que una doncella más hermosa no tiene una corona de estrellas?.
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