Deseo encontrar a una mujer que me quisiera más que nadie,
que cuidara mi nuevo hogar, que vigilara los criados y me diera hijos, una
mujer que fuera romana de alta alcurnia. Al final termina siendo muy cansado
eso de ir con mujeres al azar, cuyos abrazos no significan nada y cuyos lechos
no me proporcionan satisfacción. Estoy cansado de ver continuamente caras
nuevas, por bellas e intrigantes que fueran. El amor casual o comprado, no
tiene nada de amor. Un hombre necesita una mujer que no quiera más que a él,
cuyos brazos sean un refugio para su desaliento, cuya sonrisa proporcione un
remedio a su melancolía, cuyos ojos se ensombrezcan de compasión ante sus
dolores. No, si bien se mira, no hay sustituto para el matrimonio.
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