Pasión por los romanos. Un blog de divulgación creado por Xavier Valderas que es un largo paseo por el vasto Imperio Romano y la Antigüedad, en especial el mundo greco-romano.
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martes, 29 de noviembre de 2022
PLUTARCO MEDITA SOBRE LA GUERRA CIVIL ROMANA EN LA BATALLA DE FARSALIA ENTRE POMPEYO Y CÉSAR
Dada la señal de una y
otra parte, cuando las trompetas comenzaron a excitar al encuentro, de los de
la muchedumbre cada uno pensó sólo en sí mismo; pero unos cuantos romanos, lo
mejor entre ellos, y algunos griegos que se hallaron presentes fuera de la
batalla, al ver que se acercaba el momento terrible, se pusieron a meditar
sobre el trance a que la codicia y ambición habían traído a la república. Armas
de un mismo origen, ejércitos entre sí hermanos, las mismas insignias y el
valor y poder de una misma ciudad iban a chocar consigo mismos, demostrando
cuán ciega y loca es la condición humana en sus pasiones: porque si querían
mandar y gozar tranquilamente de lo adquirido, la mayor y más apreciable parte del
mar y de la tierra les estaba sujeta, y si todavía tenían ansia y sed de
trofeos y triunfos podían saciarla en las Guerras Párticas y Germánicas.
Quedaba además ancho campo a sus hazañas en la Escitia y en la India,
pudiéndoles servir de pretexto el dar civilización a naciones bárbaras. Porque
¿qué caballería de los Escitas, qué saetas de los Partos, o qué riquezas de los
Indios serían bastantes a contener setenta mil romanos que acometieran armados
estas regiones bajo el mando de Pompeyo y de César, cuyos nombres habían
llegado a sus oídos antes que supieran que había romanos?. ¡Tantas, tan varias
y feroces eran las naciones hasta donde habían penetrado victoriosos!. Y
entonces se habían buscado para hacerse uno a otro la guerra, sin que sirviera
para contenerlos ni el celo de su propia gloria, por la que se habían olvidado
hasta de la compasión que debían tener a la patria, habiéndose apellidado
invictos hasta aquel día. Porque el parentesco antes contraído, las gracias de
Julia y aquel enlace luego se vio que no habían sido más que unas prendas
falaces y sospechosas de una sociedad formada en provecho común, sin que
hubiera entrado en ella, ni por mínima parte, la verdadera amistad.
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