En realidad, Pompeyo reveló con bastante claridad su carácter poco después de hacerse cargo de su nuevo mando al frente de la guerra contra Mitridates, relevando a Lúculo. Fue cuando se convino, en Asia, una reunión entre él y Lúculo. Parece que en un principio esos dos grandes generales trataron de ser corteses el uno con el otro. Sin embargo, la realidad de la situación, del carácter y de la disciplina resultó demasiado para ellos. El verdadero poder estaba en manos de Pompeyo y no era propio de él disimular tal realidad. Rehusó ratificar ninguno de los arreglos de Lúculo para la administración del territorio conquistado y logró alejar de él la mayor parte de su ejército. Lúculo no pudo replicar sino por medio de palabras y sus palabras fueron amargas. Pompeyo, dijo, estaba procediendo como siempre lo hiciera. Al igual que un buitre, llegaba a buscar la carroña de otra guerra. En esta forma se había conducido en España, en donde el crédito debiera haber sido para Metelo y no para él. De la misma manera había procedido con respecto a Espartaco, con el cual en realidad la guerra la había ganado Marco Licinio Craso. Y ahora reclamaría la gloria de haber derrotado a Mitrídates, cuya fuerza efectiva ya había sido destruida.
Pasión por los romanos. Un blog de divulgación creado por Xavier Valderas que es un largo paseo por el vasto Imperio Romano y la Antigüedad, en especial el mundo greco-romano.
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martes, 15 de septiembre de 2020
CÉSAR REVELA EL ROL DE POMPEYO DE APODERARSE DE LOS MÉRITOS DE OTROS GENERALES MUCHO MEJORES QUE EL PROPIO POMPEYO
En realidad, Pompeyo reveló con bastante claridad su carácter poco después de hacerse cargo de su nuevo mando al frente de la guerra contra Mitridates, relevando a Lúculo. Fue cuando se convino, en Asia, una reunión entre él y Lúculo. Parece que en un principio esos dos grandes generales trataron de ser corteses el uno con el otro. Sin embargo, la realidad de la situación, del carácter y de la disciplina resultó demasiado para ellos. El verdadero poder estaba en manos de Pompeyo y no era propio de él disimular tal realidad. Rehusó ratificar ninguno de los arreglos de Lúculo para la administración del territorio conquistado y logró alejar de él la mayor parte de su ejército. Lúculo no pudo replicar sino por medio de palabras y sus palabras fueron amargas. Pompeyo, dijo, estaba procediendo como siempre lo hiciera. Al igual que un buitre, llegaba a buscar la carroña de otra guerra. En esta forma se había conducido en España, en donde el crédito debiera haber sido para Metelo y no para él. De la misma manera había procedido con respecto a Espartaco, con el cual en realidad la guerra la había ganado Marco Licinio Craso. Y ahora reclamaría la gloria de haber derrotado a Mitrídates, cuya fuerza efectiva ya había sido destruida.
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