La
Historia Augusta es una colección de biografías escrita en latín de los
emperadores romanos y usurpadores del trono que abarca el periodo comprendido
entre 117 y 284. Se presenta como la unión de las obras de seis autores
diferentes, escritas durante los reinados de Diocleciano y Constantino I. No obstante, la verdadera autoría
del texto, la fecha en que se escribió y su propósito han sido durante largo
tiempo motivo de debate.
Los
mayores problemas están relacionados con las fuentes utilizadas y con
determinar cuánto del contenido de la obra es pura ficción. Obviando estos
interrogantes, no exentos de importancia, el escrito ha sido revisado en
incontables ocasiones por los historiadores modernos, que se muestran reacios a
desechar el único texto que ofrece información acerca de esta época, a pesar de
tener la certeza de que contiene información falsa.
El
título, Historia Augusta, procede de una edición crítica realizada por Isaac Casaubon (1603) a partir de diversas variantes
de textos manuscritos. No se conoce la difusión que tuvo esta obra en la
Antigüedad tardía, pero se han hallado numerosas y extensas citas a la misma en
autores de los siglos VI y IX, y los manuscritos utilizados por Casaubon
también pertenecían a los siglos IX y X(la editio princeps fue publicada en
Milán en 1475). Los seis autores a los que la tradición atribuye la obra son Flavio Vopisco, Elio Esparciano,
Julio Capitolino, Volcacio Galicano, Trebelio Polión y Elio Lampridio, y dedicaron sus biografías a
Diocleciano, Constantino y otros emperadores, pero está bastante claro que
todas ellas fueron escritas sobre el principio del siglo IV muy posiblemente
por un único autor. El contenido abarca una treintena de vitae o biografías de
emperadores, tiranos y usurpadores desde Adriano hasta Carino y Numeriano. Una sección trata sobre el reinado
de Filipo el Árabe,
Decio, Treboniano Galo y Emiliano. Excepto el final del reinado de Valeriano, el resto de la parte referente a
este emperador se ha perdido en todos los manuscritos. Se afirma que las
biografías de Nerva y
Trajano se
encontraban al principio de esta obra, aunque también se han perdido. Esta
parte podría enlazar la obra como una continuación de la de Suetonio.
Asimismo
se ha especulado con la posibilidad de que las lagunas sobre el periodo de
mediados del siglo III sean un recurso deliberado del autor o autores para
ahorrarse el trabajo de escribir sobre emperadores acerca de los que había muy
poco material de referencia disponible.
A
pesar de dedicarse libros enteros a usurpadores efímeros, o en algunos casos
inexistentes, no hay biografías independientes de los emperadores Quintilo y Floriano, cuyos reinados se encuentran
señalados como breves anotaciones al final de las biografías de sus respectivos
predecesores, Claudio
Gótico y Tácito.
Durante casi trescientos años después de la edición de Casaubon, gran parte de
la Historia Augusta se consideraba con bastante escepticismo y fue usada por
los historiadores como una fuente auténtica; por ejemplo, en el primer volumen
de la Historia sobre la decadencia y caída del Imperio Romano de Edward Gibbon.
En
1889, Hermann Dessau, quien se había preocupado de forma
creciente por la enorme cantidad de términos anacrónicos, vocabulario del latín
vulgar y, especialmente, de la existencia de nombres propios obviamente falsos
en la obra, propuso que los seis autores eran todos ellos personajes ficticios
y que la obra había sido escrita por un solo autor a finales del siglo IV,
probablemente durante el reinado de Teodosio I.
Entre
las pruebas que apoyaban esta tesis estaba que el relato de la vida de Septimio Severo hacía uso de un pasaje del
historiador Aurelio
Víctor, de mediados
del siglo IV, y que en el relato de la vida de Marco Aurelio se usaba asimismo material escrito por
Eutropio. En las décadas siguientes a los
trabajos de Dessau, muchos académicos trataron de invalidar estas tesis para
preservar al menos a algunos de los seis escritores como autores reales del
texto, así como para validar la autenticidad del contenido como fuente. Ya en
1890, Mommsen postuló que el trabajo previamente redactado de estos escritores
podría haberse editado durante el reinado de Teodosio, una idea que ha
resurgido en muchas ocasiones desde entonces. Otros, como Norman H. Baynes, descartaron la datación de
principios del siglo IV, aunque adelantándola tan sólo hasta el reinado de Juliano (lo cual resultaba de utilidad para
argüir que la obra había sido creada como propaganda pagana). En las décadas de
1960 y 1970, sin embargo, los argumentos originales de Dessau fueron
reafirmados y ampliados por Sir Ronald Syme,
quien relacionó tres libros con un solo autor y dató la obra cerca del año 395.
Otros
estudios recientes también muestran mucha consistencia en el estilo, y muchos
estudiosos aceptan ya la teoría de un único autor de identidad desconocida. Sin
embargo, el análisis estilístico de la obra asistido por ordenador ofrece
resultados ambiguos, ya que algunos elementos del estilo son completamente
uniformes a lo largo del texto, mientras que otros varían de forma que sugieren
una autoría múltiple. Esto podría explicarse por la compilación de porciones
del texto a partir de múltiples fuentes.
Una
característica única de la Historia Augusta es que pretende proporcionar la
biografía no sólo de los emperadores reinantes, sino también de sus herederos
designados o emperadores asociados, así como de los usurpadores que reclamaron
sin éxito el poder supremo. De ese modo, entre las biografías del siglo II y
principios del siglo III están incluidos el heredero de Adriano, Lucio Aelio
Vero, y los usurpadores Avidio Casio, Pescenio Níger y Clodio Albino, el
hermano de Caracalla, Geta y el hijo de Macrino, Diadumeniano. Ninguna de estas
partes contiene mucha información sólida: todas ellas están repletas de relleno
retórico y obvias ficciones. La biografía del colega de Marco Aurelio, Lucio
Vero, que Mommsen tildó de «secundaria», es rica, sin embargo, en información
aparentemente fidedigna y ha sido confirmada por Syme como perteneciente a la
serie «primaria».
Las
biografías «secundarias» permiten al autor ejercitarse en la invención libre,
sin tener que ceñirse a los meros hechos, y al tiempo que el trabajo se
envuelve en estas invenciones, se hace cada vez más elaborado, culminando en
hazañas tan virtuosas como la de los Treinta Tiranos, de los que se cuentan que
usurparon el trono durante el reinado de Galieno. Además, tras la biografía de Caracalla, las mismas biografías «primarias»
de los propios emperadores empezaron a incorporar características retóricas y
ficticias que anteriormente se limitaban a las biografías «secundarias». La
biografía de Macrino es claramente poco fidedigna, y tras
una vuelta parcial a la fiabilidad en Heliogábalo, la vida de Alejandro Severo, una de las biografías más largas de la obra, se desarrolla
dentro de una especie de fabulación ejemplar y retórica sobre el rey filósofo.
Claramente, las anteriores fuentes del autor habían desaparecido, pero al
tiempo se desarrollaba su inventiva. Aun así, hace uso de algunas fuentes reconocibles
(Herodiano hasta el 238 y probablemente Dexipo en los últimos libros, y para
todo el periodo imperial, la Enmannsche Kaisergeschichte) pero las biografías
son cada vez más meras invenciones con ocasionales trozos de hechos reales
incrustados en el texto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario