Augusto
elogió a los hombres casados por: «[…] ayudar a la patria a reponerse. Porque
no hay nada mejor que una esposa que es casta, doméstica, una buena ama de
casa, una madre para sus niños. Para alegrarte en salud, para cuidarte en la
enfermedad, para ser tu compañera en la buena fortuna. […] Y no es acaso un
placer el reconocer a un niño que muestra las dotes de ambos padres, para
nutrirlo y educarlo en lo físico y en lo espiritual?.
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