¿Qué sabe uno a la edad de
diecisiete o dieciocho años?. No tienen esposas ni hijos por quién preocuparse.
La juventud es turbulenta y necesita desahogar sus impulsos violentos. Mejor es
combatir que entregarse al vino, a las mujeres y a las riñas de taberna... En
la batalla, al menos, el Estado obtiene de ellos una utilidad.
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