Estoy cansado de los senadores. Roma no ve con buenos ojos el
gobierno de un dictador, y encuentro continua oposición. Pero no digo que no
deba de haber ninguna oposición aunque se ejerza de dictador con todos los
poderes. Existen dos clases de oposición . Yo deseaba un ambiente de debate inteligente
en el Senado y los comitia, no continuas peticiones de «devolver la República»,
como si la República fuera una entidad desaparecida afín a la utopía de Platón.
¡Utopía!. Esa palabra significa «ninguna parte». Cuando pregunto qué tienen de
malo mis leyes, se quejan de que son demasiado largas y complicadas de leer,
así que no las leen. Cuando pido sugerencias, se quejan de que no les he dejado
nada que sugerir. Cuando pido cooperación, se quejan de que los obligo a
cooperar, quieran o no. Reconocen que muchos de mis cambios son sumamente
beneficiosos, y luego se quejan de que lo cambio todo, y de que el cambio está
mal. Así que la oposición que me encuentro es irracional, como lo era la de
Catón.
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