Después de ellos, los dioses nos otorgaron a Diocleciano y Maximiano, y, junto a tan ilustres personalidades, a Galerio y Constancio, de los que el uno nació para borrar la ignominia que supuso el cautiverio de Valeriano y el otro para someter de nuevo a las Galias a las leyes de Roma. Ciertamente, estos cuatro caudillos del mundo fueron aguerridos, sabios, benignos y muy generosos.
( Historia Augusta )
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