Yo no soy un monstruo como dicen los romanos de
Octavio. Soy un monarca cuyo destino ha puesto en una posición de poder
potencial en un momento y un tiempo en que puedo atacar para conseguir la total
autonomía, recuperar los territorios perdidos de Egipto, ser una gran figura en
el escenario mundial. ¡Mis ambiciones ni siquiera son para mí!. Son para mi
hijo Cesarión. El hijo de César. Heredero de César, inmortalizado ya en su
título, Ptolomeo XV César, faraón y rey.
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