En el
año 2272 a. C., un hijo menor de Pepi I subió al trono de su padre con el
nombre de Pepi II, pero debía de ser apenas un niño en aquel tiempo: sabemos
esto porque en cierto sentido, su reinado fue único en la historia. Duró, con
arreglo a los elementos de juicio de que disponemos, noventa años.
Es el reinado más largo que se registra en la
historia. Precisamente la larga duración del reinado resultó desastrosa para
Egipto.
En
primer lugar, durante la primera década, aproximadamente, del reinado, un
monarca tan joven es incapaz de gobernar, y el poder ha de estar necesariamente
en manos de algún regente o funcionario de la corte.
Tales regentes no suelen tener hacia el rey
todo el respeto debido, y la designación para el cargo suele dar ocasión a
continuas intrigas palaciegas.
La permanencia de un muchacho en el trono
durante muchos años (como vemos en la historia moderna) se presta a acelerar la
tendencia general al traslado del poder del rey a la nobleza.
Esto
debió de suceder durante el reinado de Pepi II. Las tumbas de los aristócratas
fueron cada vez más elaboradas, y aunque el comercio egipcio aumentó, éste se
hallaba en manos de ciertos nobles en vez de estar en las del gobierno central.
Cuando
Pepi II se convirtió en rey propiamente dicho, la nobleza era ya demasiado
fuerte como para ser manejada fácilmente, y el rey hubo de moverse con cautela.
Más tarde, en los últimos decenios de su reinado, cuando ya era viejo y débil
—quizá incluso senil—, sus débiles dedos debieron de dejar escapar las riendas
totalmente.
Es posible que no fuera más que la sombra de
un rey, encerrado en su palacio y esperando morir. Los nobles lo alababan de
boquilla y esperaban su muerte. Pepi II murió en 2182 a. C, y en menos de dos
años Egipto se desintegró.
Ningún
rey fue capaz de someter a la pendenciera nobleza. La VI Dinastía, y con ella
el Imperio Antiguo, llegó a su fin, tras casi cinco siglos. Todas las ventajas
de la unificación se habían perdido en Egipto, que se hundió en la anarquía más
espantosa.
Pero
un papiro ha sobrevivido, perteneciente (quizá) a los últimos tiempos de la VI
Dinastía. Su autor, Ipuwer, se lamenta de los desastres que agobian al país a
causa del caos y de la apatía. Es posible que sus quejas hayan sido
poéticamente exageradas, pero aun así, se trata de una gráfica descripción de
un país en decadencia y de un pueblo que sufre.
Tan gráficas son las descripciones de Ipuwer
que el escritor israelí Immanuel Velikovsky, en un libro publicado en 1950, Worlds
in Collision, sostiene que las palabras de Ipuwer describen las plagas
bíblicas contenidas en el Libro del Éxodo, plagas que sobrevinieron por causa
de una gigantesca catástrofe astronómica.
Esto,
con todo, es mera fantasía. Las catástrofes astronómicas del libro de
Velikovsky son científicamente imposibles, e Ipuwer (cuyas exageraciones
poéticas no deben ser tomadas al pie de la letra) escribió acerca de un período
que antecede en casi mil años a la fecha en que, según todos los indicios, se
escribió el Libro del Éxodo.
( Isaac Asimov en "Historia de los
egipcios" )
No hay comentarios:
Publicar un comentario