Si los bañistas de repente se
enteran de que hay una prostituta nueva, o una puta corriente, o una vieja
ramera que vende barato su cuerpo, se abalanzan tras ella a toda prisa, dándose
codazos, manoseando a la recién llegada y alabándola con halagos
escandalosamente exagerados, como si fueran egipcios adulando a su Cleopatra…
( Amiano Marcelino en
"Historias ")
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