Hay
una balada de marcha de soldados, denominada "Las tres penas de Octavio
Augusto", compuesta en el tosco estilo tragicómico de campamento, que
durante muchos años cantaron los regimientos acampados en Germania. El tema
dice que Augusto se apenó primero por Marcelo, luego por Julia y finalmente por
las Águilas perdidas por Varo. Profundamente por la muerte de Marcelo, más aún
por la deshonra de Julia, pero mucho más por las Águilas, porque con cada
Águila había desaparecido todo un regimiento de los hombres más valientes de
Roma. La balada lamenta, en buen número de versos, el desdichado sino de los
regimientos Decimoséptimo, Decimoctavo y Decimonoveno, cayeron en una emboscada
y fueron diezmados por los germanos en un remoto bosque cenagoso; y dice cómo
después de que le llegaron las noticias de este desastre sin precedentes,
Octavio Augusto se dio de golpes con la cabeza contra la pared:
Octavio
Augusto gemía cada vez que se golpeaba: "-Varo, Varo, general Varo,
devuélveme mis tres Águilas!".
Octavio
Augusto rasgó sus vestiduras y sus sábanas en medio de lamentos.
-¡Varo,
Varo, general Varo, devuélveme mis regimientos!"
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