No
debería arriesgarse la vida de un solo romano, incluso ni para matar a diez
germanos. Germania es como una hidra: cuantas más cabezas se cortan, más
crecían. La mejor manera de manejar a los germanos consiste en azuzar sus celos
intertribales y fomentar las guerras entre los caudillos vecinos; hay que
instarlos a matarse entre sí sin ayuda del exterior.
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