Soy
un simple mortal, y muy sencillo, y padeceré el destino de todos los mortales.
Moriré como cualquier otro hombre. Los dioses no mueren. Si me hicieran dios
después de muerto sería distinto. Dormiría el sueño eterno y no sabría que era
un dios. Pero mientras sea mortal, no puedo ser dios, porque ningún ser mortal
puede ser dios.. ¿Y para qué necesito ser rey de Roma?. Como dictador puedo
hacer todo aquello que deba hacerse y no necesito para nada ceñirme una diadema
y formar en mi persona una monarquía como suelen hacer los orientales tan
retrasados y degenerados.
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