Como
todo el mundo, sólo tengo a mi servicio tres medios para evaluar la existencia
humana: el estudio de mí mismo, que es el más difícil y peligroso, pero también
el más fecundo de los métodos; la observación de los hombres, que logran casi
siempre ocultarnos sus secretos o hacernos creer que los tienen; y los libros,
con los errores particulares de perspectiva que nacen entre sus líneas.
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