Sabiendo que no iba a tener un desfile triunfal muy deslucido sin botín que
exhibir ni carrozas exóticas con grupos de cautivos raros para los romanos,
como era lo habitual en otros desfiles (porque los había azotado y decapitado a
todos), el todavía cónsul Cneo Pompeyo Estrabón tuvo una brillante idea: ¡En el
desfile exhibiría miles de niños itálicos!. Durante la marcha de regreso hacia
Roma, sus tropas se dedicaron a recorrer los campos de los derrotados itálicos
para apresar unos cuantos miles de niños de edades comprendidas entre cuatro y
doce años, y, así, cuando desfiló en su carro triunfal por el itinerario
prescrito, se hizo preceder de una legión de críos desamparados. Fue un
horrible espectáculo, cuando menos porque demostraba la cantidad de varones
adultos itálicos que habían perdido la vida por iniciativa de Cneo Pompeyo
Estrabón, y con ello haciendo honor a su famoso mote de "El
Carnicero". Luego todos esos niños serían derivados a los mercaderes de
esclavos.
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