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martes, 14 de agosto de 2018

COLLEEN McCULLOUGH DESCRIBE LA FORMA FÍSICA DE CLEOPATRA



No tenía pecho ni caderas; era recta de arriba abajo, los brazos como palos unidos a los rectos hombros, un cuello largo y descarnado, y una cabeza que recordaba a la de Cicerón, demasiado grande para aquel cuerpo. Su rostro era realmente feo, y a que tenía la nariz tan grande y aguileña que atraía toda la atención. En comparación, el resto de sus facciones eran bastante agradables: una boca carnosa pero no demasiado, pómulos atractivos, una cara ovalada con un mentón firme. Sólo los ojos eran hermosos, muy grandes y separados, con oscuras pestañas bajo oscuras cejas, y los iris del mismo color que los de un león, amarillo dorado. ¿Dónde se había visto ojos de ese color?. Entre los vástagos de Mitrídates el Grande, desde luego. Bueno, era su nieta, pero no era una Mitrídates en nada excepto en los ojos; ya que el linaje de los Mitrídates son gente alta y grande con nariz germánica y pelo pajizo. El cabello de Cleopatra era de color castaño claro y poco espeso, separado en retorcidos mechones desde lo alto de la cabeza hasta la nuca, como la cáscara de un melón, y recogido detrás en un apretado moño. Una piel preciosa, aceitunada y tan transparente que debajo se veían las venas. La cinta blanca de la diadema le rodeaba la cabeza bajo el nacimiento del pelo; era el único indicio de su realeza, y a que el sencillo vestido griego era de un tono canela apagado, y no llevaba joyas.







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