Muchachos,
sé que acabáis de alistaros en mis legiones y sois los más novatos. ¡Os doy la
bienvenida!. Ya sé que aún no habéis visto sangre, y yo no os quiero nerviosos
en vuestro primer combate, ¿de acuerdo?. Para que ello sea así, haré que mis
centuriones os entrenen bien: os haré caminar largos kilómetros con rapidez, y
no dejaré que os permitan descansar hasta que por lo menos cincuenta de
vosotros pierdan el conocimiento. Estos primeros 50 que vosotros que desmayéis durante las dos primeras semanas, os rebajaré la paga a la mitad durante el primer año, y no os consentiré entretenimiento en el burdel de afuera del campamento. Después de pocos días, os haré caminar rápido
otros aún más largos kilómetros, para que precisamente ninguno de vosotros
pierda el conocimiento mientras se hace la marcha. Tendréis que llegar a ser capaces de hacer como mínimo 50 kilómetros por día de marcha, librando un descanso cada ocho días. Y en medio de esto os haré
hacer instrucción aparte en el manejo de todas las armas, herramientas y equipo
de la legión, de tal modo que ningún enemigo las sepa manejar mejor que
vosotros. ¡No voy a permitir ninguna indisciplina ni desorden!, y os aseguro
que en poco tiempo, cuando ya seáis como el resto de mis legionarios, me lo
agradeceréis.¡Vosotros sois Roma, y sin vosotros Roma caería, y esto es algo
que nunca vamos a permitir!. Sé que no me vais a defraudar. Y a los que demostréis dar mejor servicio, os prometo daros como mínimo por 5 veces lo que toque de repartir de botín para cada legionario. ¡Ánimos,
muchachos!.
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