No hay crimen ni acto de liviandad que permanezca
oculto desde que murió la austeridad romana [...]. El dinero obsceno fue el
primero en introducir costumbres extrañas. Vivimos los males de una larga paz,
más cruel aun que la guerra porque los pueblos extranjeros, aun conquistados y
vencidos, se han echado encima del vencedor, ocioso y confiado y con demasiado
tiempo cómodo para disfrutar su libertad y su victoria.
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