Los gobernadores deben
proteger a los súbditos contra la opresión, rehusar todo regalo, ser justos en
los juicios y decisiones administrativas, perseguir el delito, proteger al inocente,
castigar al culpable, de acuerdo con la ley, y, en general, tratar a los súbditos
como un padre trataría a sus hijos.
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