La costumbre más ignominiosa
de los babilonios es la siguiente: toda mujer del país debe, una vez en su
vida, sentarse en el santuario de Afrodita y yacer con un extranjero. […] se sientan
en el santuario con una corona de cordel en la cabeza […] y no regresan a su
casa hasta que algún extranjero les echa dinero en el regazo y yace con ella en
el interior del santuario. Y al arrojar el dinero basta con que diga “Te
reclamo en nombre de la diosa Milita [como llaman los asirios a Afrodita]”. La
mujer sigue al primero que la requiere, sin despreciar a nadie. Tras la relación
sexual, cumplido el deber para con la diosa, regresa a casa y lleva una vida
honesta. Como es lógico, todas las mujeres guapas y esculturales se van pronto,
pero las feas esperan mucho tiempo sin poder cumplir la ley, algunas hasta tres
y cuatro años.
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