«Pompeyo fue un hombre
ilustre en su patria y admirable fuera de ella, un hombre grande y preeminente,
gloria y luz del pueblo romano. Pero conociendo a César, jamás dudé de que
Pompeyo terminaría como terminó. No puedo por menos que lamentar su muerte
porque lo conocí y sé que era un ser sobrio, íntegro y virtuoso.»
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