Lucio Poncio Pilatos a Claudio
Tiberio César, salud.
Comparto contigo, César, las
preocupaciones que me expresas en tu carta sobre la incapacidad de los
príncipes herodianos para mantener en paz los territorios que les hemos
confiado. En particular la situación en Galilea y la Perea, exige toda nuestra
atención, por cuanto la población en estas regiones tiene un mayor componente
judío que en el caso de las tetrarquías de Filipo o de Lysanias, que tienen
mayor población de cultura griega. El tetrarca de Galilea y Perea, Herodes
Antipas, parece muy poco capaz de mantener la paz en sus territorios, como
prueban los sucesos de los que paso a informarte.
En los territorios de Antipas
apareció recientemente un supuesto profeta judío de nombre Johanan. Según sus
seguidores, su nacimiento había sido anunciado en sueños a su anciano padre y
habría sido fruto de una especie de concepción divina, pues, según afirman, el
divino niño habría sido “implantado desde lo alto” y su nacimiento milagroso
anunciado por una estrella. Sus seguidores se refieren a él como “el buen
pastor” y “pescador de almas”.
Este supuesto profeta predica la
proximidad del fin de los tiempos. Según explica a sus seguidores, en el pasado
ya habían ocurrido catástrofes similares a la que él vaticinaba para un futuro
muy próximo. La primera fue la destrucción por agua, que narran sus libros
sagrados, la segunda la destrucción por el viento que derrumbó la gran torre de
Babilonia y la tercera la destrucción por el fuego que, según sus libros,
destruyó las ciudades de Sodoma y Gomorra. Estos desastres siempre habrían
seguido a épocas de depravación similares a la que, según Johanan, conocemos en
la actualidad. La próxima catástrofe sería el resultado de la “ira de dios” y
la única salvación posible, según este profeta, el arrepentimiento por las
transgresiones a la ley de Moisés, la purificación mediante el bautismo y el
desconocimiento de la autoridad de Antipas y de Roma, que no puede, según
ellos, suplantar la obediencia debida a su único señor, Yahvé.
El bautismo que Johanan ofrece
como única forma de salvación frente al próximo fin de los tiempos es un acto
de rebeldía frente a las autoridades religiosas herodianas. Según la religión
judía, los gentiles que desean adoptar su religión, están obligados a un
bautismo de purificación antes de ser admitidos a compartir lo que ellos llaman
los privilegios de los hijos de Abraham. Se trata de un bautismo destinado a
regenerar al converso en presencia de testigos, durante el cual se leen a los
bautizados partes de los libros sagrados y se le hunde completamente en el
agua, lo cual significa que se ahoga su ser impío anterior para que renazca
como un verdadero judío. Los judíos de nacimiento, los elegidos de dios, no
están sujetos a este rito de purificación y regeneración.
Al bautizar a los judíos de igual
forma que a los gentiles conversos, en la forma estipulada para el rito de
regeneración, lo que Johanan pretende demostrar es que todo el pueblo ha pecado
y ha perdido los privilegios de la alianza con su dios, a causa de la
corrupción que han traído consigo los príncipes herodianos y los ocupantes
romanos.
Según predica Johanan, dios lo ha
enviado para enseñar el “camino de la ley” y liberar a los judíos de todo poder
y dominio que no sean los del dios de los judíos.
La situación no sería tan
peligrosa sino fuera por cuanto la conducta de Antipas, con sus permanentes
transgresiones de la ley y de las costumbres judías, fomenta estos brotes de
rebelión popular. Antipas erigió en tu nombre, César, la ciudad de Tiberiades,
pero la construyó sobre un antiguo cementerio, lo cual viola las leyes sobre la
pureza y la impureza de los judíos, por lo que se negaron a vivir en ella, lo
que le obligó a poblarla con gentiles y vagabundos. En su palacio real mandó
pintar animales, lo cual también viola las leyes judías.
Tal y como te comenté en mi carta
anterior, César, la unión de Herodes Antipas con la esposa de su hermano
Herodes Filipo (hijo de Herodes y de Miriam II), estando este vivo y sin
haberla repudiado, constituyó una trasgresión grave a las leyes judías. Ya
Agripa te advirtió, César, sobre la
rapacidad insaciable de este príncipe, quién lejos de aplacar a sus súbditos
con una conducta moderada, los enfurece con el desenfreno de su vida privada.
Volviendo al mencionado Johanan,
no cabe duda que representa un peligro permanente para el mantenimiento de la
paz, si tenemos en cuenta sus antecedentes familiares que paso a relatarte.
Recordarás, César, que en mi última carta te relataba la historia de la familia
de Judas de Gamala y de su padre Ezequias , quienes en el pasado se
alzaron contra Roma pretendiendo ser los legítimos herederos de la dinastía del
rey David. Los hijos de Judas, de quienes no se había vuelto a saber desde que
su padre fuera derrotado y crucificado durante la rebelión que se produjo
durante el censo de Quirino, reaparecieron ahora, convertidos en cabecillas de
un movimiento antiherodiano, en la región de Galilea, aprovechando la relatada
creciente desafección de los súbditos de esta región hacia Antipas. La ciudad
de Gamala, a la que también se conoce como “la montaña” y de donde proviene
esta familia, sigue siendo su principal fortaleza. Gamala se sitúa en la
tetrarquía de Filipo, por lo que les ofrece un refugio seguro frente a Antipas.
El mayor de los hermanos es
precisamente Johanan y lo acompañan Judas, de quién afirman que es su hermano
gemelo, Santiago y Simón, también hijos de Judas y de Myriam, quién según
afirman sus seguidores sería una descendiente a la vez de David y de Aarón.
Esto explica que, según proclaman sus seguidores, Johanan pueda aspirar al
mismo tiempo a la suma sacrificatura, como descendiente de Aarón y a la
realeza, como descendiente de David.
El movimiento cuenta con
seguidores incluso dentro de la familia herodiana. Según mis informantes
reciben apoyo financiero de la princesa Salomé, hija de Herodías y de su
primer esposo, Herodes Filipo, y por tanto sobrina e hijastra de Antipas.
Salomé odia a su padrastro, a quién no perdona haber arrebatado su madre a su
padre y se considera discípula de Johanan, con quién, según se dice, se
encuentra unida por lazos sentimentales. También otros disidentes de Antipas,
como Juana, la esposa de Chuza, intendente del palacio de Antipas, acompañan a
Johanan.
Es posible que la proximidad de
gente herodiana, como la princesa Salomé o Juana con Johanan provenga de la
antigua relación que existió entre ambas familias durante la época del primer
Herodes, cuando esté se casó con una hermanastra de Myriam, la madre de
Johanan, llamada también Myriam. Esta Myriam había conspirado ya contra el
primer Herodes, por lo que fue repudiada por este y participa ahora activamente
en el movimiento de Johanan, su sobrino. Seguramente los vínculos del
movimiento con familiares de Antipas provienen de esta Myriam a quién llaman la
hija de Cleofás; su madre, Ana, se casó en segundas nupcias, después de la
muerte de Cleofás, con el hermano de este, Simón hijo de Betos, a quién el
primer Herodes convirtió en sumo sacrificador después de casarse con su
hijastra. Esta Myriam hija de Cleofás es por tanto a la vez la tía materna de
Johanan, madre de Filipo el tetrarca y abuela de la princesa Salomé, la cual,
como dije, participa en el movimiento de su pariente Johanan.
Johanan es descendiente por
consiguiente de la dinastía de David por parte de su padre, lo cual sustenta
sus aspiraciones a la realeza, de David y de Aarón por parte de su madre, lo
cual le permite aspirar a la suma sacrificatura y es el primo de Filipo, lo
cual le permite aspirar a la tetrarquía de este. No es de extrañar entonces el
gran odio que Antipas siente por él, al punto de que, según me han contado, ha
prometido matarlo, odio que parece ser mutuo pues aparentemente Johanan se
refiere a Antipas como “esa zorra”.
Por el momento tenemos información
de que Johanan y sus seguidores, perseguidos por Antipas, han buscado refugio
primero en Tiro, de donde después de que Johanan fuera reconocido salieron
hacia Sidón y de allí a la Decápolis.
Estaremos atentos a nuevas
noticias de este grupo y, de producirse, os pondremos prestamente al corriente.
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