«De las ciudades surge la
confusión, la locura, la imaginación desordenada, las formas grotescas, las
perversiones, excitaciones, fiebres, los hombres despreocupados, trastornos y
vehemencias. Pero en las aldeas, en el campo, se puede pensar más y con más
fluidez, la filosofía florece como el vino y produce el fruto que da alborozo a
los pensamientos de los hombres.»
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