¡Cicerón,
Cicerón! —exclamó—. ¿Tan inocente eres? ¿Es verdad lo que dice Catilina, que
sigues siendo un colegial? El pueblo olvida a sus héroes antes de que se
enfríen sus cenizas. ¿Todavía crees que esta Roma es la Roma de nuestros
antepasados? Te digo que aunque seas tan admirado, si mañana fueras asesinado,
al cabo de una semana el pueblo ni mencionaría tu nombre. Podríamos apoderarnos
del poder asesinando a los cónsules, el pueblo se pondría de momento histérico;
pero en seguida se contentaría al pensar que todo seguiría igual... si nosotros
se lo permitíamos. ¿Es que no te sirvieron de nada las enseñanzas de Scaevola?
Siempre has sospechado de conspiraciones y ahora, que te ves enfrentado a la
peor conspiración contra Roma, te quedas mirándome con incredulidad.
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