A Marcio, mi querido antiguo
camarada de armas .Pido a los dioses y a los hombres que sean testigos de que
si nos hemos alzado en armas, no ha sido contra nuestra patria, o para poner a
nadie en peligro, sino para defender nuestras personas de los ultrajes. Hemos
sido ofendidos y privados de nuestros derechos. Muchos de nosotros hemos sido
expulsados de Roma por la violencia y la crueldad de los prestamistas y todos
hemos perdido la reputación y la fortuna. A ninguno de nosotros se nos permitió
disfrutar de la protección de las leyes y conservar nuestra libertad personal,
después de que nos despojaran de nuestro patrimonio. Vuestros antepasados
sintieron a menudo piedad de los plebeyos y aliviaron sus necesidades por
decretos senatoriales y a menudo esos mismos plebeyos, animados por el deseo de
gobernarse a sí mismos o exasperados por la arrogancia de los magistrados,
tomaron las armas y se separaron de los patricios. Pero nosotros no pedimos
poder ni riquezas, sino tan sólo la libertad, que ningún hombre verdadero
entrega si no es con su vida. Os imploramos a ti y al Senado que penséis en
nuestros desgraciados campesinos y que se nos devuelva el disfrute de la Ley,
del que nos privó la injusticia de los jueces, que no nos obliguen a atacar a
nuestros compatriotas romanos, y a preguntarnos cómo podremos vender más caras
nuestras vidas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario