Es
imposible imaginar el terror y la ansiedad que mostraba en los concursos, su
envidia a sus rivales y su temor a los jueces. Observaba sin cesar a sus competidores,
los espiaba y los desacreditaba en secreto como si fuesen de igual condición
que él. A veces llegaba a injuriarlos cuando los encontraba, y, si se
presentaba alguno más hábil que él, tomaba el partido de corromperle. Por lo
que toca a los jueces, antes de comenzar les dirigía una respetuosa y humilde
alocución.
( Suetonio )
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