Un hombre puede engañar a su
esposa; pero ser fiel a su país. Un hombre puede ser un degenerado y muy
depravado en su vida privada (¿y no estamos todos dominados por nuestros vicios
secretos?) y sin embargo, ser íntegro en un cargo público. En la casa de un
hombre puede reinar la extravagancia y no obstante, muchos de esos hombres son
frugales en el gobierno. También el reverso puede ser verdad: un hombre muy
puritano puede ser un desconsiderado con la libertad del pueblo y aquel ahorrativo
y poco gastador de su dinero, puede tirar por la ventana el tesoro público con
tal de comprar votos.
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