De su extensión y magnificencia bastará
decir que estaba rodeada de pórticos de tres hileras de columnas y de
trescientos metros de longitud; que en ella había un lago imitando el mar,
rodeado de edificios que simulaban una gran ciudad; que se veían asimismo
explanadas, campos de trigo, viñedos y bosques poblados de gran número de
rebaños y de fieras. El interior era dorado por todas partes y estaba adornado
con pedrería, nácar y perlas. El techo de los comedores estaba formado de
tablillas de marfil movibles por algunas aberturas, de las cuales brotaban
flores y perfumes. De estas salas, la más hermosa era circular y giraba noche y
día, imitando el movimiento de rotación del mundo; los baños estaban
alimentados con las aguas del mar y las de Albula. Terminado el palacio, el día
de la dedicación, dijo: «Al fin voy a vivir como un hombre».
( Suetonio)
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