Para librarse de la persecución de Cómodo, Sexto Condiano
bebió sangre de liebre, luego montó a caballo y se dejó caer deliberadamente a
tierra. Tras vomitar la sangre como si fuera suya, fue trasladado a su morada,
haciendo creer que estaba herido de muerte; luego desapareció y lo que incineraron
fue un carnero cuyo cadáver metieron en el atáud. No obstante, llevaron a Roma
para su identificación muchas cabezas como si fueran la suya con el fin de
cobrar la recompensa prometida. Nunca se supo si alguna de ellas le pertenecía
realmente.
( Dion Casio en "Historia Romana")
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