¿Es que estoy adormecido o resignado?. ¿Me estoy volviendo
viejo?. ¿Es que habré llegado a esta última etapa del conocimiento que cree que
no hay nada por lo que merezca la pena luchar?. Considérame, querido amigo,
como a uno que ya no pone atención en nada ni en nadie. He entrado en el período
de lo que algunos consideran los años dorados, los años que vuelan sin dejar
traza y declinan en la abnegación, que es la antesala de la muerte.
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