Al pueblo le causó mucha impresión que un rayo destruyera el
templo el día en que yo regresé a Roma, creyendo que era un portento. La masa
vulgar siempre cree estar descubriendo portentos y es deber de todo gobernante
juicioso escuchar sus opiniones. Ya he declarado que Júpiter me reveló
personalmente su deseo de que el templo sea reconstruido con más magnificencia
que el que anteriormente le estaba dedicado. Será un templo magnifico, tal como
se merece el padre de los dioses. Para financiar su construcción haremos un
sorteo de lotería, cosa que complacerá al pueblo. Gustará también a las
personas ahorrativas y frugales, porque saben que nuestro tesoro está en
bancarrota y ya no hay modo de sacar más dinero de él.
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