Mi querido amigo, todos los
abogados son políticos incipientes. Y tanto unos como otros son actores. No son
lo que dicen ser ante los magistrados o el pueblo. Todo consiste en el modo
como lo dicen, las posturas que adoptan, la entonación de sus voces. Uno de mis
primeros mentores, un actor muy viejo, era capaz de contar hasta diez y el tono
de su voz era tan cambiante, su aspecto tan trágico, que los espectadores reían
hasta que les saltaban las lágrimas.
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